Una de las rutas para salir de Bolivia hacia el Perú es por el paso fronterizo de Copacabana, a orillas del Titi Caca. Pero estando allá no se puede dejar pasar la oportunidad de surcar sus aguas y empaparte del la fuertemente arraigada cultura tradicional de los habitantes de las islas.
Cuando subes a un barco para aventurarte al interior al lago y miras al horizonte todo lo que ves es agua, es una obviedad, pero la sensación es más bien la de adentrarte en el océano. Ni siquiera mínimamente puede intuirse la orilla contraria en el infinito. En definitiva, te das cuenta donde realmente estás cuando empieza a costar respirar y eres consciente al fin de tu ubicación, un "mar dulce" a casi 4000 metros de altura.
El mundo que se vive dentro del lago es curioso. Entre conversaciones en quechua y aymara, los isleños siguen con sus quehaceres cotidianos como hace décadas y al mismo tiempo han sabido sacarle provecho al turismo y a la gente que les visita, lo han integrado en sus vidas. Dentro de este aqua-eco-rural-turist-show-business hay mayores y menores grados de autenticidad, depende de lo que se quiera indagar. Pero en general son muy genuinos si te alejas unas decenas de metros de los caminos premarcados en las guías y por las empresas turísticas.
Nosotros decidimos vivir todo esto en Isla del Sol. No es una isla cualquiera, allí nació el primer inca, el hijo del sol, el guerrero que domino a sus enemigos con fuerza de los dioses. Desde el centro del lago se extendió el imperio que la postre dominó gran parte del continente.
Hay algo especial en la isla, un misticismo, un halo mágico que no se puede describir muy bien, pero en el cual te sientes en paz. Pequeñas bahías con playitas donde te puedes refrescar, los campos escalonados donde siembran los cultivos y las cimas de sus pequeñas montañas desde las que puedes estar unos metros mas cerca del cielo, levantar las manos y sentir que las nubes pasan entre tus dedos. Todo unido te hace trasladarte a un lugar sin tiempo en el que disfrutas las horas que pasas, que realmente, allí no existen.
Después del paréntesis espacio temporal volvemos a partir, siempre al norte.
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