Y llegó
la Navidad.... esa época tan rara en la que lo bueno es mejor y lo malo es
peor, donde echas de menos a tu gente cuando no estás con ella.
Nos
encontrábamos en La Paz la víspera de nochebuena, ¿qué haríamos? ¿Pasaríamos
solos un día tan familiar? No, de ninguna manera. Tuvimos la suerte de conocer a la señora María,
una cholita típica boliviana , encantadora de pies a cabeza, y nos invito
a pasar la navidad con su familia. Por el camino recogimos a Carlos, un amigo
de Valpo, el mismo que nos encontramos en San Pedro, que también estaba solito
en la ciudad y nos fuimos todos a nuestro nuevo hogar navideño.
Hay que
decir que se notó mucho la distancia con nuestras familias, un aire de melancolía
flotaba en el ambiente pero se fue difuminando según seguíamos las
tradiciones de la familia.
Empezamos
compartiendo una chocolatada y el dulce típico de la fiestas, el panetone, que
ya no nos parece tan italiano después de verlo en cada tienda, calle y esquina
de la paz. Se cena tarde en nochebuena, a las doce de la noche, para recibir la
noche de navidad según entra.
Después
del festín llego el momento mágico de la velada. Junto a la toda la
familia participamos en una tradición que nos pareció preciosa. Cada persona
esculpe a partir de un trozo de barro sus deseos para el año venidero, después se adorna con hojas de coca y se brinda sobre ellas. Los
hay más y menos habilidosos pero la intención es lo que cuenta. Es bonito pensar
en lo que te gustaría conseguir y plasmarlo físicamente, en barro, tierra que
es parte de la Pacha Mama. De esta manera tienes algo que te recuerde tus
intenciones y las asocie a una figurita, las palabras se las lleva el
viento, pero el barro pesa más.
Gracias
a la familia Guarachi por una navidad que nunca olvidaremos.
Todos al completo |
La señora Maria nos enseña las tradiciones |
Nuestros deseos en Barro |
La mañana de Navidad |