Poco hay que decir...
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Un fotoblog sin pretensiones para recordar nuestro viaje iniciático por la América del Pacífico. Somos dos amigos, Kamil y Edgar, que hemos tenido la inmensa suerte de volver a cruzar nuestros destinos para viajar juntos después de diez años. Importa poco a que nos dedicábamos o a que nos dedicaremos pero queremos compartir el viaje con vosotros: familia, amigos curiosos y curiosos que serán amigos.
Perú. Del oasis a las playas del norte
Al plantearnos este viaje lo hicimos como un periplo soleado huyendo del frió invernal europeo. Estaríamos en verano, sinónimo de calor y sol ¿verdad? La cosa cambia mucho cuando las estaciones pasan a diferenciarse en época de lluvia o no lluvias. Bueno, pues a nosotros no nos ha tocado la "buena". Al igual que Forrest Gump andando por los campos de los Charlies, podemos enumerar "todas las clases de lluvia: una lluvia finita que pinchaba, una gorda y espesa, una lluvia que caía de lado y hasta a veces una lluvia que subía desde abajo....."
No queríamos seguir remojados todos los días, así que, a la vuelta de alguna aventura pasada por agua decidimos ir hacia la costa, al calor, que es lo que estuvimos persiguiendo todo el viaje.
Para empezar un poquito de desierto no estaría mal, en Ica nos esperaba y de paso el pequeño oasis de Huacachina, que vivió sus días de esplendor hace décadas, pero donde se sigue pudiendo descansar un poco sin morir en el intento de hacerlo en pleno desierto.
Era un pequeño preámbulo antes de reencontrarnos con el Pacifico que hace tanto dejamos atrás. San Vicente le siguió como la primera de muchas paradas en las costas peruanas. Bordeamos el litoral con la Panamericana, subiendo poco a poco, playas de todo tipo con arenas blancas, empedradas, escarpadas, planas... con el rugir oceánico constante a nuestra izquierda. Visiones desconocidas para nosotros, mares de cangrejos corriendo por las orillas, delfines luciéndose con piruetas al alcance de la vista, peces saltarines lanzándose a discreción, cientos de aves al acecho de un festine de peces. Los manjares que traía la marea cada mañana nos deleitaban a cada bocado. Por otro lado, viejos lobos de mar con historias de antiguos navíos y piratas, gente que vive del mar, surferos empedernidos, navegantes de otra era en sus caballitos de totora, !AY la MAR!
La corriente nos arrastro llevándonos muy lejos en nuestra travesia, desde los desiertos de Nazca a aguas mas septentrionales, hasta llegar a las playas del norte, a Máncora y sin casi enterarnos, a Ecuador.
No nos dimos cuenta que habíamos partido ya, muy al norte.
En la cresta de la duna |
Oasis |
El reencuentro con el pacifico |
Incursión marina rocosa |
Despertares forzosos |
Esperando el momento |
Desfiles |
La soledad del caballito de totora |
Levantando nuestros imperios |
Sombras que se agradecen |
Otra casa por unos días |
Perú. Lima: de paso por la capital
De vez en cuando tenemos que pasar por alguna gran ciudad, igualmente queremos ver que se cuece en las siempre interesantes, anárquicas y caóticas calles de las grandes capitales suramericanas. Pero esta vez sería un poquito diferente.
Tras prolongados días saltando de playa en playa a lo largo de la panamericana, llegamos a Lima. Nos apetecía un poco de asfalto para sacudirnos la arena y una ducha de agua dulce y caliente pasada una semana, pero nada loco en esta ocasión. Así que dimos otro enfoque a la visita, más tranquila, más siguiendo con el ritmo playero, disfrutando con calma.
No hubo caminatas kilométricas con hambre de verlo todo, no. Hubo paseos pausados, seleccionados en los barrios de Barranco y Centro donde nos adentramos un poco más de lo habitual.
Lo bueno de ir un poco más allá es que puedes acabar bailando música afroamericana con tu ritmo de polaco con una negra bailonga personificada en una mama peruana, mientras una tía improvisa un tango y la hija desgarra el alma de las otras dos con su canto de diva desganada.
Pero al final, el día, como en las costas, termina igual, mirando al océano. Solo que esta vez, no desde la arena, sino desde lo alto de los acantilados de Lima.
Puesto el sol, volvemos a partir, siempre al norte.
Firmes ante la bandera |
Descanso ajardinado |
Caras de arte |
Catedral del Centro |
Vida de plaza en Barranco |
Perú. Machu Picchu: ciudad en las nubes
Pasados ya meses viajando llegó uno de los momentos cumbre, la joya de la corona, el Santo Grial, Machu Pichu.
Llegado este punto se distinguen dos tipos de viajeros: los que tienen dinero y los que caminan. Los primeros tomaran un tren y en pocas horas llegarán a Aguas Calientes, campo base antes de poder subir a las ruinas. Los segundos...tendrán varias opciones: 1ª Andar durante días a través de la selva hasta alcanzar el destino por el Camino del Inca. 2ª Andar durante días siguiendo las vías del tren desde Ollantaytambo. 3ª Tomar un colectivo, y luego otro y luego otro para finalmente andar durante horas a través de la selva siguiendo las vías del tren.
Nosotros somo del segundo tipo, opción 3.
Por primera vez en todo el viaje teníamos compañeras fijas de caminata por unos días, Nay y Maru, así que había un punto de novedad en el trayecto. Se agradecía la alegría, entusiasmo y buena onda de las chicas.
El largo viaje al Machu tiene distintas partes, pero las mas espectaculares están en los tramos previos. Los kilómetros que preceden a la estación hidroeléctrica, donde se engancha los raíles para Aguas Calientes, discurren por carreteras serpenteantes a lo través de un cañón con bonitos precipicios acompañándote a lo largo del camino. Nada tiene que envidiar a la carretera de la muerte boliviana. El último tramo por los carriles del ferrocarril aúna el nerviosismo por llegar con el discurrir salvaje del río a través de la arboleda tropical.
Al final de la senda se vislumbrara entre masas nubosas partes de las construcciones sagradas de los Incas. Allá en lo alto de montañas que se alzan como paredes que te flanquean hasta la profundidad de la garganta en la que te encuentras y donde te sientes muy pequeño. Allá por encima de las nubes esta lo que quieres ver. No será fácil llegar hasta allí, miles de escaleras se interponen entre ti y la entrada. Una vez a las puertas del cielo te puedes animar otro poco y subir unos miles de escaleras más hasta llegar a la cima de la montaña MachuPicchu. Al final son "solo" 1042 metros de ascensión desde Aguas Calientes, unas 5549 escaleras. Hay gente que dice que la primera vez que contemplan la ciudad perdida les tiemblan las piernas de la emoción. No se engañen señores, son las escaleras que hacen que uno no se tenga en pie.
Hay que decir, también, que cuando tomas un respiro y contemplas durante un instante la vista integra de la ciudadela, imaginas lo magnifica que fue y ves claramente por que es considerada tan maravillosa ahora.
Bajamos las innumerables escaleras y con dolor en el alma y en las piernas volvemos a partir, siempre al norte, previo paso por Cusco esta vez.
Noche vieja desde Cusco, Perú
Esta pretendía ser, en su día, nuestra felicitación de Nochevieja....
... Desde CUSCO
Perú. Cusco: El ombligo del mundo
En idioma quechua Qosqo significa ombligo y así fue considerada durante
siglos Cusco, ombligo del mundo. Se cuenta que fue desvelada al primero de las dinastía de los trece incas. Fue el centro del imperio, El Tawantisuyo, compuesto
por los territorios que dominaron los incas al norte, sur, este y oeste, desde
Colombia hasta Chile. Se percibe todavía en algunos rincones de la ciudad el espíritu de lo grandiosa que llego a ser antaño.
Llegamos allí un buen día, la víspera de Nochevieja. Un ambiente festivo
dominaba la ciudad y era fácil dejarse llevar por él y participar en las
costumbres. Y como "donde fueres haz lo que vieres" después de las
campanadas de medianoche (y de comernos las uvas) dimos la vuelta corriendo a
la plaza de armas para entrar a la carrera en el Año Nuevo. Antes de toda esa
locura, para quitarnos la morriña, una buena cena española: queso, tortilla,
rabo de toro, gambas al ajillo, crema catalana... Como se echa de menos la
patria a veces.
En fechas especiales es mas fácil ver el carácter de una ciudad ya que sale a
relucir por doquier. Un pasacalles por aquí, una representación por allá,
boom... un petardo, un concierto folklórico, luces en las calles, boom...
fuegos artificiales, fiestas, fiestas, fiestas... Cusco vestía sus mejores
galas y nosotros disfrutábamos de ello.
Un fin de año que no fue tan extraño.
Unos días después volvimos a partir, siempre al norte.
La vista desde "casa" |
La vida en la plaza |
Catedral atardeciendo |
El clásico Belen: Maria, San José, el niño Jesús y la llama por supuesto |
Perfil de leyenda |
La bandera cusqueña |
Azuuuuuuuuuuuuuuucar |
Desfilando y girando |
La ciudad, de cerca y lejos |
Mercadillo de colores |
Sobrepuestos |
Otra perspectiva |
Partes de la historia |
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